viernes, 21 de agosto de 2015

texto de lo que un día empezó siendo una novela

Me gustaba como caminaba con la espalda algo encorbada, y cabizbajo, como si el mundo a su alrededor no fuera lo suficiente importante para molestarse en mirarlo. Me gustaba como se reía, una risa fuerte y cálida, todo lo que necesitaba para hacer que las nubes de tormenta se alejarán y todo a su alrededor brillará, y se moviera con la más cálida brisa. Me gustaba su voz, a través del telofono a las 3 de la mañana, o en el banco del parque cuando me saludaba para sentarse a mi lado y contemplar la vida pasar.
Me gustaba como no tenía preocupaciones, o como no las mostraba, porque eso hacía que algo en mi se tranquilizará, y me dijera que todo iba a estar bien mientras el estuviera aquí.  me gustaba su determinación, porque a quien no podrían gustarle aquella rotundidad y esa manera de estar tan seguro de que podría eliminar cualquier problema. me gustaba que me llevará de un sitio para otro sin rumbo, y sin prisa, que simplemente vagara conmigo a mi ritmo, sin acelerar ni retroceder, y sobretodo sin pararse.
me gustaba como sonreía a los problemas, y envidiaba su manera de afrontarlos, porque yo nunca llegaría a ser tan fuerte. me gustaba que el fuera más adelantado que la vida, y que esta nunca le sorprendiera.
y con el tiempo me di cuenta que todo ese control se convirtió en dolor, que como yo, te fuiste desgastando, y ahora no eres más que un recuerdo, algo que pudo ser todo y no fue nada. fuiste una primavera perdida y la impotencia de sentir algo demasiado grande.
fuiste y fui, ambos fuimos, fuimos presas del pánico a causa de todo lo que se nos venía encima. y todo fue rápido y nos lo esperamos tan poco que ya no queda nada. solo un chico que cuenta las horas para que el día se acabe, y una chica que ahora se sienta sola en el banco del parque.

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